viernes, 26 de febrero de 2010

Vivir con las drogas

Ximena Peredo

26 Feb. 10

La Secretaría de Gobernación entregó finalmente las cifras: 7 de cada 10 presuntos narcotraficantes detenidos pertenecen a bandos enemigos de "El Chapo", el intocable.

Se fuga en el 2001 de un penal de máxima seguridad dentro de un camión de lavandería y luego aparece en el 2009 en la revista Forbes como uno de los hombres más ricos del mundo, con una fortuna valuada en mil millones de pesos. No hay mucho más que decir.

Felipe Calderón, sin embargo, asegura que el combate ha sido parejo, aunque ningún líder de la estructura del Cártel del Pacífico ha sido capturado. La estructura nuclear de Joaquín Guzmán Loera permanece intacta, como dio cuenta Sanjuana Martínez en su serie de cuatro reportajes "Vivir con el narco". ¿Y nosotros, ciudadanos comunes, qué podemos hacer si Felipe Calderón miente?

La ciudadanía debe abandonar el angustiante papel de observador para dar un paso más. En este tema la ingenuidad es imperdonable; si las autoridades nos engañan sistemáticamente no tendrían por qué ser francos en este caso. Si en la nómina de todos los gobiernos tenemos delincuentes y en el mejor de los casos funcionarios negligentes, ¿no será que perdemos nuestro tiempo esperando a que resuelvan el problema de la inseguridad?

Siempre que lanzo esa pregunta la respuesta es lapidaria y casi inmediata: "no vamos a poder", contesta el desmoralizado pueblo mexicano. La ineficacia de los gobiernos nos ha enfermado. Estamos obsesionados con el tema de la inseguridad; hemos desarrollado una neurosis colectiva que genera desconfianza entre iguales.

Para salir del círculo vicioso propongo que desmitifiquemos a las drogas: todos las consumimos. Unos toman cafeína, otros mariguana, otros nicotina, hay adictos a las pastillas para dormir o para levantar el ánimo, muchos son alcohólicos, hay quienes consumen cocaína y quienes no pueden dejar de inhalar Vaporub. Todos, absolutamente todos, usamos drogas porque nos generan placer. La diferencia es que algunos consumen drogas legales y otros ilegales, ¿cuál es el criterio?

El criterio es el mercado. Hay medicinas que hoy podemos comprar en la farmacia o en el supermercado que nos causan trastornos nerviosos irremediables o que lastiman nuestros órganos. El negocio de los laboratorios es volvernos adictos a las pastillas "legales" o dependientes de sustancias, como Ritalin, la droga más prescrita para niños con síndrome de déficit de atención, cuyos efectos son más dañinos que la misma cocaína, según un estudio científico recogido por el periódico británico The Guardian, publicado en el 2001.

Para seguir con el mismo medicamento de ejemplo, la Universidad de Texas encontró relación entre el uso del Ritalin y la aparición de cáncer, en el 2005. El criterio para prohibir determinadas drogas no es la salud. Si lo fuera, no se venderían este tipo de pastillas, o las bebidas energizantes que dañan el metabolismo de nuestros cuerpos. En su reporte 2009 sobre drogas, la ONU alerta sobre el reemplazo de drogas ilegales por legales con los mismos efectos dañinos para la salud: "Las nuevas generaciones creen que por ser medicinas son menos dañinas que algunas drogas como la heroína, pero no es así".

Pero prohibir sólo ciertas drogas conviene a traficantes, a gobiernos corruptos y a vendedores de armas. Abramos los ojos. El mercado se ha dividido en dos: el legal, para los (in)decentes laboratoristas, y el ilegal, para los narcotraficantes y sus gobiernos. Los únicos perdedores somos nosotros, la ciudadanía que, manipulada, pone las cruces a determinadas drogas aludiendo a argumentos morales o de salud fácilmente debatibles con medicinas como el Ritalin en el mercado.

Legales o ilegales, las drogas se venden, lo único que podemos hacer es que se vuelvan menos dañinas desarmando a los cárteles que monopolizan su venta en el mercado negro y desarticulando la complicidad de éstos con nuestros gobiernos.

Por eso propongo que exijamos que todas las drogas se vuelvan sustancias legales, pero reguladas. Es lo mejor que podemos hacer por nuestro País. Lo demás son simulaciones caras, que desgarran el tejido social.

ximenaperedo@yahoo.com.mx

miércoles, 24 de febrero de 2010

Un futuro para México

Luis García Peña

“México es preso de su historia. Ideas, sentimientos e intereses heredados le impiden moverse con rapidez al lugar que anhelan sus ciudadanos. La historia acumulada en la cabeza y en los sentimientos de la nación, obstruye su camino al futuro”. Es así como inicia el magnífico ensayo escrito por Jorge G. Castañeda y Héctor Aguilar Camín en la revista Nexos, titulado precisamente: “Un futuro para México”.

El contenido del ensayo reflexiona sobre temas que usted y yo comentamos con frecuencia, como el peso del pasado, la prosperidad, nuestro lugar en el mundo, proteger a la sociedad, educación y democracia. Sin embargo, la profundidad del análisis construye un buen guión para debatir y analizar el rumbo.

Los autores vuelven a poner el dedo en la llaga: “México ha perdido el paso, camina despacio, sobre todo en palacio. Parece un país de instituciones débiles, desdibujado en su identidad internacional: un gigante dormido…”; “Los países, como las personas, necesitan identidad y propósito, un rumbo deseable: música de futuro”.

Esto me hizo recordar que después del informe del presidente Calderón el pasado septiembre, un editorialista analizó meticulosamente el texto. Su conclusión es que la retórica, la claridad y el llamado del presidente fueron impecables. El gran desafío: despertar a una generación que no parece tener el ADN para cambiar. Una expresión fuerte, pero hasta el momento, poco rebatible.

Enrique Krauze nos compartía en una reunión que la generación que nos gobierna nació entre 1950 y 1965; una generación con muchas asignaturas pendientes y cuyo único miembro distinguido hasta el momento ha sido Ernesto Zedillo.

En este contexto, el historiador refería que al menos su generación (el nació en el 47), detonó la transición a la democracia en el umbral de una elección histórica en el año 2000, que se da en un contexto de paz. Fox pudo romper el orden anterior, pero siendo un hombre tan lejos de la vida política y la realidad del país, simplemente nos hizo perder 6 años en la metamorfosis histórica.

Siguiendo con las reflexiones, Emir Sader, secretario general del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, dio una entrevista en España donde hizo un resumen de la política del presidente Lula da Silva, cuya estrategia en medio de la crisis económica global, logró disminuir la desigualdad social, fomentó el empleo formal, diversificó el comercio internacional y potenció el interregional y logró reforzar la identidad nacional. En opinión de Sader, México siguió otro camino y “se ha suicidado”.

No obstante, también han ocurrido cosas perfectibles pero positivas como el TLC; la reforma del artículo 130 en la relación iglesia-estado; la reforma del campo y, bien que mal, la continuidad institucional que desde 1934 ha permitido que cada 6 años haya una toma de posesión ininterrumpida.

Aguilar Camín y Castañeda mencionan que para construir la sociedad de clase media que queremos, hay que crecer. Para crecer, hay que liberar la excepcional vitalidad de la sociedad mexicana, quitando del camino los obstáculos de los poderes fácticos. Para obtener los recursos, las oportunidades y los mercados necesarios para desmantelar el viejo corporativismo mexicano, hay que insertarse con ventaja en el mundo. Para asegurar que el crecimiento se distribuya mejor, hay que construir una red social del siglo XXI para todos los mexicanos, y ofrecer una educación del siglo XXI para los niños y jóvenes.

Seguramente usted está de acuerdo en que liderazgo, sentido de propósito y ejemplo, son atributos que las élites han perdido. Me refiero a las empresas privadas dominantes o las empresas públicas monopólicas, así como a las redes de intereses asociadas a ellas en los sindicatos y la gris clase política.

Hemos hecho una y otra vez el diagnóstico de lo que el país necesita hacer, los políticos promover y los empresarios aceptar. Conocemos la estrategia seguida por los que han triunfado en Asia y los casos de éxito en nuestra región. El análisis es vasto, el llamado insistente y sin embargo, la misma conclusión: tenemos una élite muy poderosa, pero sin incentivos para cambiar.

En coincidencia con Lorenzo Meyer, son los líderes los que llevan a una sociedad atada por su estructura institucional a una situación de catástrofe y, en el caso específico de México, de pérdida de su tiempo histórico, oportunidades y energía colectiva.

Es con reflexiones como la anterior cuando Enrique Krauze plantea que las reformas profundas en un país como éste, deben venir de la izquierda, pero desafortunadamente no tenemos a la vista a un Felipe González, Lula o Bachelet. El país demanda un liderazgo sólido pero acotado, responsable e institucional; no mesiánico, porque los mesías no se someten a la institucionalidad.

Aguilar y Castañeda concluyen: “Ese pueblo que quiere más, que busca su camino por sí mismo y está dispuesto hasta el estoicismo para encontrarlo, es la mayor fortaleza de México…”

Así pues estimado lector, lo invito a que demos el siguiente paso y fortalezcamos el llamado, desde cualquiera que sea nuestra trinchera, a que las élites del país entiendan y acepten el compromiso histórico con su generación.


martes, 23 de febrero de 2010

Cinismo político y grandeza ciudadana

Javier Sicilia

MÉXICO, D.F., 23 de febrero.- Es 12 de febrero. El canal televisivo Milenio muestra una imagen de la visita que, después de sus desacertadas declaraciones en Tokio, Calderón hizo a Ciudad Juárez para pedir perdón a los padres de familia de los muchachos asesinados y hablar de un replanteamiento de su política de guerra contra el narcotráfico. Afuera del Centro de Convenciones, donde se realiza la reunión, una multitud ciudadana, contenida a golpes de tolete, grita indignada. Gómez Mont, por órdenes del presidente, sale del Centro de Convenciones para hablar con ella. Entre los gritos de “¡Asesino, asesino!”, el secretario de Gobernación, siguiendo el viejo adagio priista de que la política “es el arte de tragar mierda sin hacer gestos”, permanece impávido. Habla con uno, con otro. Pero la multitud continúa coreando el mismo grito que concentra su indignación.

Desesperado, rodeado, al igual que los narcos, de “guaruras”, Gómez Mont se dirige a su camioneta. Repentinamente, una voz femenina – continuación de la de una madre de dos hijos asesinados que, dentro del Centro de Convenciones, acercándose al presidente, le espetó que no le estrechaba la mano ni le daba la bienvenida–, grita: “¡Si no puedes, renuncia!”. En ese momento, el secretario –como un signo ominoso y contradictorio de las campañas gubernamentales contra la obesidad– pierde, por fin, la compostura y se vuelve en busca de aquella voz. Si la palabra “asesino” no lo toca –Gómez Mont no conoce los pecados de omisión–, la exigencia de su renuncia, que quizá le recuerde que un día antes, por motivos oscuros, renunció a su militancia panista, lo descompone. La mierda, con la que en su carrera política se ha alimentado, comienza a provocarle agruras. Impotente, volviéndose hacia la portezuela de su camioneta, exclama: “¡Qué diálogo es este?”, y se va.

Gómez Mont, hijo de una clase que ha hecho de la vida política un negocio y una forma legal de la impunidad, olvidaba dos cosas: 1) que el grito de aquella mujer era y continúa siendo un recordatorio de lo que unos años atrás, cuando Calderón metía al país en esta guerra absurda, había dicho el señor Martí, cuyo hijo asesinado preludiaba lo que ahora, para nuestra desgracia, se ha multiplicado de manera exponencial; 2) que aquella gente no se había reunido en las afueras del Centro de Convenciones a dialogar, sino a exigir lo que una ciudadanía está obligada a exigir a sus gobernantes cuando la traicionan.

El gesto de Gómez Mont –que el canal Milenio capturó–, su azorada indignación ante los reclamos de una ciudadanía humillada, concentra el cinismo de nuestra clase política. Mientras ésta se enmascara bajo spots triunfalistas y se molesta porque nadie habla bien de México; mientras hace acuerdos para mantener el poder –alianzas innaturales y negociaciones a espaldas de la ciudadanía–; mientras, en nombre de esas abstracciones llamadas Estado y Mercado, somete a la clase trabajadora a impuestos absurdos y exenta de ellos a los grandes consorcios y a la Bolsa –México es el único país que no ha tasado con impuestos el dinero improductivo de la especulación–; mientras crea una guerra contra el narcotráfico y deja intocado el dinero que lava; mientras encarcela y trata como delincuentes a luchadores sociales, y cierra los ojos frente a los criminales de cuello blanco y las atrocidades de gobernantes indignos –como el pederasta Marín o el asesino Ulises Ruiz–; mientras corrompe al Ejército en una guerra que día con día, a pesar del triunfalismo presidencial, se pierde, la ciudadanía debe ver a sus hijos asesinados, debe vivir con miedo, debe hacer cola en busca de empleos mal remunerados, debe trabajar –como en la era del capitalismo salvaje– para la simple reproducción, debe levantarse cada día con el espectáculo atroz de cuerpos mutilados.

Durante tres años, los ciudadanos hemos tenido que soportar eso, y para advertirnos que continuará, Gómez Mont se indigna ante la exigencia de que renuncie, y el presidente insiste en que reforzará la violencia. Sus abstracciones: la guerra como método para construir un mundo mejor, sus esperanzas en las “bondades” del mercado y el poder, valen más que los muchachos asesinados y que el llanto sin consuelo de unos padres que jamás verán crecer a sus hijos porque Gómez Mont, Calderón, el Ejército, los partidos y los representantes de las Cámaras han decidido que sus abstracciones y sus luchas por el poder son más importantes que los hombres, las mujeres y los niños de este país.

Por menos que eso, en países que saben lo que la democracia significa, las renuncias no habrían dejado de sucederse. Por desgracia, el cinismo es el método de la política mexicana y, paradójicamente, del crimen: quienes creen en el poder, cualquiera que sea su justificación, construyen y autorizan el terror. Pero habrá siempre una ciudadanía –como la que se reunió en Ciudad Juárez– que se opondrá a la imbecilidad de esos cínicos enfundados en trajes de marca y, dándoles la espalda, gritándoles que hace tiempo dejaron de representarnos, construirá lentamente el proyecto y el lenguaje político que nos arrancaron.

Además opino que hay que respetar los Acuerdos de San Andrés, liberar a todos los zapatistas presos, derruir el Costco-CM del Casino de la Selva, esclarecer los crímenes de las asesinadas de Juárez, sacar a la Minera San Xavier del Cerro de San Pedro, liberar a los presos de Atenco y de la APPO, y hacer que Ulises Ruiz salga de Oaxaca.

lunes, 15 de febrero de 2010

"Mi sentir"

Lorenia Canavati

Hace tiempo que no escribo en el blog, he pensado en las razones por las que me rehuso a darme el tiempo para escribir... las razones son muchas pero se resumen a una sola: Estoy triste por México y no se si tiene caso seguir escribiendo.

He pensado,como escribir cuando no tengo palabras para describir lo que vivimos en este país?
Como poner en letras la tristeza, impotencia y el vacío que siento por una amiga y su familia que sufren al faltarle un integrante de su familia víctima de un secuestro?
Como plasmar la angustia que tengo al ver a esas familias que sufren en Cd. Juárez por la matanza de sus hijos adolescentes que festejaban inocentemente en una reunión?
Como transmitir el hastío que siento por los políticos que solo velan por sus partidos, por sus intereses, por su persona, por su egoísmo ... por todo menos por México?
Como gritar a los cuatro vientos que tengo miedo??? Si !! Tengo miedo, al igual que todo México, de salir a la calle, de estar en el carro con mis hijos, y que aunque ahora pongo los seguros se que no es suficiente para evitar que les pase algo.
Y solo quiero gritar:
No quiero mas narcotraficantes! No quiero mas secuestradores! No quiero mas ladrones! No quiero mas gente egoísta!! Solo quiero tener aquel México que añoramos todos!!!! Quiero devuelta a mi México!!!

Y me pregunto, Se podrá?
Tendrá México remedio?

El dia de ayer en misa el padre de la iglesia nos recordó que nuestra misión como Mexicanos ante esta violencia que vivimos es poner nuestro granito de arena para cambiar este país.

Analicemos nuestras opciones:
1) Irnos a vivir a otro país.
2) Cruzarnos de brazos
3) Mejorar como personas y tratar de mejorar a México.

Tu... cual escoges?

Yo escogí hace mucho la numero tres, pero confieso que hay días que siento que soy una total idealista y que lucho por algo que no tiene remedio; también, aveces, mucha gente me hace sentir así, me voltean a ver raro cuando saben que me reúno con otros ciudadanos que piensan como yo, que hacemos cosas en grupo por tener un México mejor; aveces siento que algunas personas cercanas no me apoyan porque creen que pierdo el tiempo.... y solo pienso, como cambiar a un país si no estamos dispuesto a invertirle un poco de nuestro tiempo?

Se que hay gente, como yo, que piensa que si se puede mejorar este país y que hacen muchas cosas para cambiarlo por lo que en esta carta plasmo mi sentir para pedirte A TI MEXICANO, hermano, que hagas algo por México, que no pienses que ya no hay remedio! Que nos unamos y digamos...si lo podemos lograr!

Recordemos las palabras de Martin Luther King
"Nuestra generación no se habrá lamentado tanto de los crímenes de los perversos, como del estremecedor silencio de los bondadosos."

No seamos los cómplices de nuestra generación! No callemos!! Luchemos por un México mejor!!!!!! Por nosotros, por nuestros hijos! México nos necesita AHORA!