domingo, 24 de mayo de 2009

Somos Mayoría

Somos mayoría

Claudia Ruiz Arriola

24 May. 09

 

Decía Unamuno que en el mundo hay dos tipos de personas: las que todavía buscan y las que creen haber encontrado. Algo similar ocurre en política, donde los ciudadanos podemos dividirnos en dos grupos.

Según la Encuesta Nacional sobre Cultura Política y Prácticas Ciudadanas, de un lado está el 4 por ciento que todavía cree en alguna ideología o caudillo, por lo que milita en un partido, acude a los mítines de sus héroes y está dispuesto a darles su voto. Del otro lado estamos el 96 por ciento de ciudadanos que tenemos claro que las "diferencias" entre los partidos y candidatos son sólo epidérmicas, pues la única "ideología" de la que es capaz la clase política mexicana es la demagogia, la transa y la conveniencia personal.

Este segundo grupo, que está harto de ver cómo elecciones van y vienen y la seguridad, la economía, la legalidad y la justicia siguen desplomándose mientras los funcionarios públicos se despachan del erario con la cuchara grande y -no conformes con ello- se convierten en socios y patrocinadores de todo tipo de delitos y fraudes, es mayoría.

En este grupo militamos quienes ya sabemos que los buenos propósitos de los políticos -tipo "adelgazar el gasto del Congreso"- duran lo que la dieta de la semana; quienes consideramos una grotesca burla que los dirigentes de los partidos nos digan que "harán todo lo posible" para que no se les cuelen narcos y cleptómanas de supermercado a los cargos públicos; los que estamos hartos de ver cómo la justicia se vende al mejor postor, cómo los custodios de los penales traicionan a la Patria, cómo los secuestradores extorsionan y matan con la total anuencia de jueces corruptos y corporaciones policiacas infiltradas; los que consideramos que el trabajo honesto -y no el odio de clases- es la solución a nuestros problemas. Y somos mayoría.

Pero somos una mayoría complaciente, apática y pusilánime. Salimos, si bien nos va, a votar o a marchar una vez al año; nos quejamos en la sobremesa con parientes y amigos abonando el clima de desilusión e impotencia que nos permite excusarnos de tratar de hacer algo por el País (se nos olvida la estrategia yugoslava: quéjate con alguien que pueda ayudarte); nos burlamos, desconfiamos o descalificamos de antemano los tímidos intentos de organizar la sociedad civil al margen de los caciques y sus partidos; desoímos los llamados de solidaridad para proteger a los institutos ciudadanos (IFAI, IFE) de los que depende la buena marcha de la democracia. Al parecer estamos hartos, pero no lo suficiente como para hacer algo. Y ésa es nuestra perdición.

Somos mayoría a la hora de quejarnos, minoría a la hora de exigir cambios con seriedad, ahínco y perseverancia. Estamos hartos a la hora de criticar, pero al proponer se apodera de nosotros esa conducta que es propia de siervos y esclavos, no de ciudadanos. Se nos olvida que las insólitas dimisiones que se están dando en Inglaterra debido los (para nosotros) miniabusos del Parlamento no responden a la decencia de los políticos británicos, sino a la nula tolerancia de los electores ingleses con partidos y políticos abusivos.

En este triste panorama aparecen, cual brotes de tierna hierba en el pavimento, un par de iniciativas ciudadanas que vale la pena considerar para hacer sentir el peso de nuestro hartazgo en las próximas elecciones: uno de estos movimientos pide simplemente que vayamos a votar vestidos de blanco en señal de rechazo a los colores partidistas, a la inseguridad y al cinismo que vivimos; el otro solicita dar a los políticos nulos una cucharada de su propio chocolate y en vez de abstenernos (lo que sería apatía), anular el voto a modo de rechazo activo y deliberado a todos los cárteles políticos que se adulan llamándose partidos.

Es cierto que ninguno de los dos movimientos va a lograr de golpe y porrazo que los políticos se conviertan en dechados de virtud (para eso se necesita un milagro marca Yahvé), pero es igualmente ingenuo pensar que el cambio va a iniciar con ellos. El cambio inicia con nosotros. Y estas iniciativas convierten las elecciones próximas en un reto para demostrar si nuestro hartazgo es lo suficientemente profundo para generar la masa crítica de ciudadanos que el País necesita o si, pese a las pestes que a diario les echamos, los mexicanos somos los felices lacayos de nuestros prepotentes amos.

sábado, 23 de mayo de 2009

"Si Presidente"

 


'Sí, Presidente'

 

Denise Dresser

18 May. 09

 

"Sí, Presidente", dice Emilio Gamboa -pálido, nervioso y atemorizado- cuando habla con Carlos Salinas de Gortari. "Sí, Presidente", dice Miguel de la Madrid ante las amenazas recibidas de su sucesor, que lo obligan a aceptar su transformación pública en vegetal. "Sí, Presidente", dicen Elba Esther Gordillo y Arturo Montiel cuando le otorgan 35 millones de pesos a Carlos Ahumada para comprar los videos que revelan la corrupción en el PRD.

 

"Sí, Presidente", dicen funcionarios e intelectuales que recibieron fondos de la partida secreta. "Sí, Presidente", dice Vicente Fox cuando asegura la libertad del hermano incómodo a cambio de información para dañar a AMLO. "Sí, Presidente", musitan empresarios que se beneficiaron con las privatizaciones del sexenio salinista. "Sí, Presidente", concuerdan los panistas que hablan de "prescripción del delito" y juicios ciudadanos en las urnas en vez de una investigación formal contra Carlos Salinas y los suyos. "Sí, Presidente", repiten las principales cadenas de televisión cuando ignoran las acusaciones lanzadas.

 

Muchos paralizados por el miedo. Muchos callados por la complicidad. Muchos agazapados por el tamaño de la cola que les podrían pisar. Cerrando filas en torno al sistema porque saben que acaba de recibir un golpe brutal. La revelación de complots sugeridos, pagos indebidos, contratos cuestionables, negocios malolientes, exoneraciones compradas, instituciones doblegadas, un ex Presidente que se arrepiente de haber seleccionado a alguien inmoral, y su sucesor que confirma la acusación. Lo que tantos saben y pocos se atreven a denunciar. Lo que tantos reconocen, pero pocos tienen el valor de evidenciar.

 

Carlos Salinas sigue moviendo hilos y comprando voluntades y amenazando adversarios e intimidando a sus críticos. Opera en las sombras y a veces de manera ilegal.

 

La genuflexión ante el gran corruptor continúa por la información que posee y los favores que le deben. El sometimiento ante Carlos Salinas es posible porque gran parte de la política no transita por las instituciones, sino por las relaciones personales. Porque cuenta más el telefonema tras bambalinas que el voto en la urna. Porque importa más el favor que la institucionalidad. Porque pesan más los contratos discrecionales que las reglas establecidas. Porque, como lo reconoce Miguel de la Madrid, la impunidad es condición indispensable para el funcionamiento de la maquinaria política del País.

 

Esa maquinaria que produjo a Carlos Salinas y sobre la cual sigue montado. Esa maquinaria de la que se aprovechan todos los partidos y de la cual pocos -en realidad- se quieren bajar. Engrasada por aquello que Carlos Ahumada revela, Miguel de la Madrid sugiere, el PRI diseña, Vicente Fox no combate, el PAN ignora y Raúl Salinas de Gortari intenta ocultar. La función pública como vehículo para el enriquecimiento personal; el poder político como instrumento para llenar cuentas bancarias; la consanguinidad como forma para conseguir contratos; el Gobierno como distribución del botín; la democracia electoral como la mejor pantalla para una forma de entender y ejercer el poder que sigue viva aunque hayamos sacado al PRI de Los Pinos.

 

De allí la importancia de exigir, escudriñar, esclarecer. De allí la relevancia de investigar a Carlos Salinas y aquello que representa, mucho más allá de lo que se ha hecho hasta el momento. Porque en cualquier democracia funcional, las palabras de un ex Presidente como Miguel de la Madrid generarían un amplio reclamo social, una comisión plural promovida por el Congreso, un fiscal especial independiente designado por el Poder Judicial. Porque si países como Perú han empujado juicios contra aquellos que abusan del poder presidencial, no habría que esgrimir el argumento del excepcionalismo mexicano.

 

Porque a pesar de que el ex Presidente clama "cosa juzgada" en torno al caso de su hermano, hay otras aristas de la saga salinista que merecen ser investigadas. La participación de Raúl en negociaciones y privatizaciones y licitaciones y contratos. Los negocios que se hicieron con Pemex. El pago a Carlos Ahumada. El destino de la "partida secreta". El papel de Emilio Gamboa. El pacto con Vicente Fox. La manera en la cual se amasó la fortuna de la familia Salinas. La posibilidad del enriquecimiento ilícito y cómo ocurrió.

 

El caso de la familia Salinas no es un asunto del pasado. Afecta el presente y determinará el futuro. Si el Presidente y el Procurador y los partidos no convocan a investigar a los poderosos, subrayarán que aquí las leyes no se aplican para ellos. Si México no combate la impunidad, continuará siendo un lugar donde "la justicia estorba para el ejercicio del poder", como expone De la Madrid antes de recular.

 

Si México no castiga la corrupción, seguirá padeciendo sus costos. Si México no encara a Carlos Salinas de Gortari, seguirá siendo un país donde demasiados se retractan o se vuelven seniles prematuramente o guardan silencio o desaparecen o dicen "Sí, Presidente". Un país que engendra a Carlos Salinas y se lo merece.

viernes, 1 de mayo de 2009

Conspiraciones

Interesante articulo de Sergio Sarmiento.... se los comparto:

Conspiraciones
Sergio Sarmiento
1 May. 09

"El pensamiento es una infección. 
Y ciertos pensamientos 
pueden generar una epidemia". 
Wallace Stevens
 
 
Hay dos epidemias en México: una de influenza; la otra, de rumores.

En los últimos días he recibido decenas de correos electrónicos que afirman que gobiernos, instituciones de salud y medios de comunicación están mintiendo al no reconocer lo que realmente está ocurriendo: - Un ataque terrorista biológico que buscaba matar a Barack Obama en su visita a México.

- Una conspiración del Gobierno de Estados Unidos para apoyar, con una epidemia inexistente, a la economía de su país o a las grandes empresas farmacéuticas.

- Una conspiración para ocultar los problemas que sufre el País y fortalecer al PAN en las elecciones del próximo julio.

- Una conspiración del Gobierno y los medios de comunicación para ocultar, al contrario de la versión anterior, la gravedad de una epidemia incontrolable que ha dejando millares de muertes.

- Una conspiración de los productores de res (o de pollo) para afectar a los porcicultores.

Asombra la capacidad de los bromistas y los locos para inventar conspiraciones, pero más la credulidad de la gente, que acepta cuentos inverosímiles y rechaza cualquier información que parezca "oficial". El problema es que, en este caso, la especulación o el engaño pueden terminar siendo peligrosos para la sociedad.

La ignorancia es frecuente consejera no sólo de la gente sin estudios, sino también de quienes uno supondría mejor informados. Sólo así podemos explicar que las autoridades de Egipto hayan decidido matar a todos los cerdos del país, alrededor de 300 mil, para supuestamente impedir contagios de "influenza porcina", a pesar de que la influenza A H1N1 no se contagia de cerdos a humanos. Me imagino que el Gobierno egipcio está más bien tratando de quedar bien con los grupos fundamentalistas islámicos al matar a animales que los musulmanes consideran impuros y que son consumidos por una minoría cristiana.

Las teorías de la conspiración no son siempre anónimas. Yeidckol Polevnsky, la Senadora del PRD, ha declarado que existe la posibilidad de que "se haga crecer un monstruo para atemorizar a la sociedad y lograr así una cortina de humo que oculte los cierres de empresas y facilite la intención de dejar al Ejército en las calles".

El también Senador Ricardo Monreal, hoy en el PT, ha declarado que "pareciera desproporcionada la alerta sanitaria que el Gobierno federal ha puesto en marcha" (La Jornada, 26 de abril). No sorprende que estos lopezobradoristas sugieran que el Gobierno de Calderón es perverso, sino que supongan que ha logrado engañar a la comunidad científica internacional, a la Organización Mundial de la Salud y hasta al Gobierno lopezobradorista del Distrito Federal.

Buscar provecho de una crisis es normal para los políticos. Rafael Correa, de Ecuador, país que no ha registrado un solo caso de influenza, aprovechó la epidemia para declarar un estado de excepción. Siempre hay alguna excusa para despojar a los gobernados de sus derechos y libertades.

Crisis como la que estamos viviendo pueden generar solidaridad e incluso aprendizaje. Los mexicanos, por ejemplo, nos hemos vuelto más conscientes de los riesgos de las infecciones y de la importancia de la higiene. Pero las crisis son también ocasión para los peores atentados de políticos y vivales contra la inteligencia.

 
 
Eslabón perdido
 
Los primeros casos de influenza A H1N1 se detectaron el 28 y 30 de marzo en California, Estados Unidos, según Miguel Ángel Lezana, del Centro Nacional de Vigilancia Epidemiológica. El 1 de abril se produjo el del niño Édgar Hernández de Perote, Veracruz, y el 4 de abril el de una empleada del SAT en Oaxaca. No es lógico que haya brotes autónomos de un nuevo virus. Debe haber un "eslabón perdido": algún brote no identificado, probablemente en México, del que surgieron los contagios que llevaron a esos cuatro casos.

 
www.sergiosarmiento.com